En este taller Darío da forma a sus creaciones |
Rubén Darío Cruz es un hombre
sencillo cuya historia de inventos trasciende. Desde los 14 años ha
incursionado con éxito en campos tan complejos como la electrónica, la
soldadura, la mecánica y el tratamiento de la bebida, pero aún así abandonó esos
oficios porque prefiere cosas más difíciles.
Dicho de este modo parecería burlesco,
porque diseñar y hacer rejas, carruseles operados por control remoto para
niños, detectores de metales y reparar equipos de audio, por solo citar algunas de las actividades
que sabe realizar, son todo lo contrario a una tarea sencilla, mucho menos si
se agrega que las aprendió de forma autodidacta o con ayuda de algunos amigos.
Sonriente, el “Newton de la
electrónica en Palma Soriano” –como era apodado en su juventud- alega que se
adentró en el mundo de los mosaicos de dibujos porque ninguno de los trabajos
mencionados le exigía tanto como el reto de concebir una nueva obra de arte
para decorar el piso de cualquier recinto.
Como muchos genios, Rubén
Darío no impresiona por su físico, la manera de vestir o la rudeza de su voz,
lo hace por su talento innato, el desinterés hacia las cosas materiales y la
pasión que deposita en cada invención.
De Newton al mosaico de dibujo
Rubén muestra un mosaico y su troquel |
Comenzó de “intruso” a
fabricar mosaicos en el año 2003. Entonces eran indecibles las dificultades
para moler las piedras. Se dañó una de las manos cortando las chapas de zinc
galvanizado destinadas a los moldes o troqueles y tardaba considerablemente al cernir
y mezclar los materiales.
En medio de tantas vicisitudes
decidió automatizar el proceso productivo, buscando facilitar el trabajo,
optimizar los recursos materiales y aumentar la calidad de las piezas
resultantes. Relata que quienes le conocían lo tildaban de loco porque tamaño
empeño se antojaba inalcanzable para un principiante.
Pero una vez más deslumbró a
los escépticos. Con su intelecto y sus manos hizo lo que parecía una quimera.
En solo tres meses culminó
una prensa hidráulica. Cuenta que al no conocer nada de cilindros,
distribuidores, reguladores ni de otros elementos fundamentales para crear
aquella máquina debió comprar y leer muchos libros, para complementar la
asesoría que en materia de mecánica e hidráulica recibía de algunos amigos.
“Primero la diseñé y
auxiliándome de la física y las matemáticas empecé a corregirle los defectos.
Cuando observé que en teoría funcionaba, comencé a construirla utilizando
chapas y tornillos recogidos de diferentes lugares. Yo mismo trabajaba con las
antorchas y soldaba, pero cuando necesitaba un trabajo de mucha precisión
buscaba ayuda con mi hermano”, argumenta.
Terminada, continuó
innovando. Ideó su propia cizalla para cortar el zinc galvanizado, una
mezcladora, dos molinos y modernizó la prensa tratando de adaptarla a las
actividades que realiza. Pero él no se duerme en el éxito de lo conseguido y
habla de fabricar un equipo capaz de cernir y acumular los desechos, un trabajo
que actualmente se efectúa con un jibe.
Otro obstáculo, aún mayor,
enfrentó Rubén en aquellos tiempos: su condición de trabajador ilegal.
El número de clientes
interesados en comprar las losas crecía y transportar los materiales
indispensables para sostener el negocio desde Bayamo y la ciudad de Santiago de
Cuba, era cada vez más engorroso. Poco faltó para que le decomisaran todo lo
que con tanto esfuerzo había conseguido.
Razones que lo motivan a
agradecer al Estado por las nuevas formas de empleo aprobadas en el sector no
estatal en los últimos años.
“Estas transformaciones han
posibilitado legalizar nuestro honrado oficio. Nunca estuve metido en negocios
turbios y lo que hago es para que este país avance. Fabrico mosaicos porque me
gusta y no aspiro a enriquecerme de esto. Me han propuesto muchas veces empleo en
el extranjero, pero prefiero estar aquí, si hago losas lindas que sean para mi
país.”
La locura toma forma
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Porción de uno de los pisos |
Actualmente su taller se especializa
en restauraciones antiguas, cuenta con un álbum de más de 50 modelos de dibujos
para piso y es capaz de reproducir cualquier diseño propuesto por los clientes.
El precio de un metro
cuadrado de losas de dibujo de 20x20 cm es de 175 CUP, mientras que el valor de
las piezas lisas, jaspes y pasos escaleras, no rebasa los 120 pesos. Además cada
unidad de rodapiés cuesta 3 pesos.
El prestigio ganado por
Darío debido a la calidad, elegancia y precio módico de los mosaicos, ha
disparado en breve tiempo la demanda de sus piezas. Lo corrobora, el hecho de
poseer clientes de todo el país, y trabajos encargados desde el exterior, que
incluso han sido pagados por adelantado.
Hombre conversador y jaranero, pero extremadamente
exigente, argumenta que hacer mosaicos con dibujos requiere estar pendiente de
muchos detalles a la vez.
“La medida del agua para preparar el color debe ser
la adecuada porque aflora un defecto denominado ampollas, existen troqueles con
más de 40 sectores y en cada uno se tiene que depositar el pigmento apropiado
para no afectar la secuencia del dibujo, hay que agregar la medida exacta en
cada segmento pues de no hacerlo se pueden deformar las líneas y dañar la
secuencia del diseño.”
Junto a Rubén, trabajan dos personas contratadas y un
joven que se pertrecha de la experiencia de los más consagrados. Ellos fabrican
un mosaico de dibujo con óptima calidad en 5 minutos, pero el volumen y la
complejidad del trabajo van exigiendo aumentar la fuerza laboral.
De
carencias y posibilidades
“Nosotros para crear no tenemos límites. Asumimos
retos de restauración idéntica en pos de preservar el patrimonio de
determinados sitios y pudiéramos producir mosaicos a grandes escalas para
comercializar en toda la provincia. Las condiciones de espacio lo permiten.
“Tenemos áreas disponibles para almacenar las losas y
construir dos cisternas de 60 tanques de agua, y en coordinación con la Empresa
Eléctrica se pudiera instalar la corriente trifásica en el taller, pero la
falta de una fuente estable de suministros frena tales propósitos”, reseña el
fabricante palmero.
Producir un mosaico requiere cemento blanco, cemento
gris, marmolina, pigmentos, polvo de piedra de mármol y varios tipos de piedras.
Aunque alega Rubén que lo más difícil de conseguir son los pigmentos que no
aparecen en el mercado nacional y debe adquirirlos mediante los clientes
foráneos, pero las limitaciones aduaneras no permiten ingresar al país más de 3
kg.
En este momento, las autoridades del Partido y el
Gobierno realizan algunas gestiones para suministrarle el polvo de piedra de
mármol y los colorantes, fundamentales en la calidad, durabilidad y brillo del
piso.
Rubén, ese genio de la inventiva del reparto 8 de
marzo de Palma Soriano, el mismo que años atrás donó cerca de 100 libros de su
colección a la biblioteca Paquito Borrero, que no pudo terminar la carrera de telecomunicaciones
por un desprendimiento de su retina y que clama por mayores acciones de
restauración en su municipio, continúa con la vista puesta en nuevos proyectos,
para seguir sorprendiendo a propios y extraños.
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